La atleta ecuatoriana Jacqueline Gilces protagonizó uno de los momentos más emotivos de Abu Dabi 2019. Llegó de tercer lugar en la carrera de 400 metros, con muchísimo esfuerzo, ya que sus rivales eran muy fuertes en esa disciplina. Jacqueline rompió a llorar. Luego explicó que esa medalla era para su papá y su mamá. “Para todo Ecuador, y para Dios”. Pero en ese momento, Jacqueline sólo podía llorar—de la emoción. De la alegría. Sólo 24 horas antes, Jacqueline no podía escuchar.
Jacqueline sufre de una discapacidad auditiva. No puede hablar; se expresa con gestos de mano y los sonidos que pueda producir. El día anterior a su última carrera, participó del programa Atletas Saludables, de Olimpiadas Especiales. Este programa ofrece revisiones médicas a personas con discapacidad intelectual: revisiones de la vista, de los pies, salud y bienestar físico y emocional, odontología y más. Entre ellos, revisión y cuidado de la audición, que determinó la necesidad de Jacqueline y le brindó audífonos especiales.
Jacqueline no sólo escuchó el disparo de salida; pudo escuchar su nombre coreado por amigos y familiares al llegar a la línea de meta.
Alrededor del mundo, atletas como Jacqueline no pueden competir en su mejor nivel debido a la falta de servicios de salud esenciales en sus comunidades. Globalmente, la cantidad de problemas de audición y del oído es mayor en atletas de Olimpiadas Especiales que en la población general. La mayoría de los problemas de la audición en los atletas han pasado desapercibidas o tratadas inadecuadamente. El programa de Salud de Olimpiadas Especiales, posible gracias al apoyo de la Fundación Golisano, está comprometida con la capacitación de profesionales de la salud, para revisar a los atletas y encontrar condiciones de salud como las de Jacqueline, para que otros atletas puedan oír las porras y aplausos cuando compiten, dando lo mejor de sí.